Citrinitas I

                                                 
                                                      © Toni F.H  2012  "Citrinitas 1"  Acrylic on canvas 50x40 cms 

[...] Los fariseos y algunos maestros de la ley de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos se ponían a comer con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado. Porque los fariseos y todos los judíos, siguiendo la tradición de sus mayores, no se ponen a comer sin haberse lavado cuidadosamente las manos; y si vienen de la plaza, no comen sin haberse lavado; y tienen otras muchas prácticas que observan por tradición, tales como lavar copas, jarros y bandejas.
Así que los fariseos y los maestros de la ley preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no observan la tradición de los mayores, sino que comen con las manos impuras?". Él les contestó: "Hipócritas, Isaías profetizó muy bien acerca de vosotros, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto enseñando doctrinas que son preceptos humanos. Dejáis el mandamiento de Dios y os aferráis a la tradición de los hombres".Y añadió: "Vosotros, para guardar vuestras tradiciones, quebrantáis el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y el que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte. Vosotros, en cambio, decís: Al que diga a su padre o a su madre: Lo que tenía para ayudarte lo he ofrecido al templo, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre.
Así habéis anulado el mandamiento de Dios por una tradición que vosotros mismos os habéis transmitido. Y hacéis muchas cosas semejantes". Llamó de nuevo a la gente y les dijo: "Oídme todos y entended bien: Nada que entra de fuera puede manchar al hombre; lo que sale de dentro es lo que puede manchar al hombre. ¡El que tenga oídos para oír que oiga!". Cuando dejó a la gente y entró en casa, los discípulos le dijeron que les explicara la parábola. Jesús les dijo: "¿Pero tampoco vosotros entendéis? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede mancharlo? Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y luego va a parar al retrete". Y continuó: "Lo que sale del hombre es lo que mancha al hombre; porque del corazón del hombre proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, robos, homicidios,  adulterios, avaricia, maldad, engaño, desenfreno, envidia, blasfemia, soberbia y estupidez. Todas esas cosas malas salen de dentro y hacen impuro al hombre".
Jesús salió de allí y se fue a las regiones de Tiro y de Sidón. Entró en una casa, y no quería que se supiera; pero no pudo pasar inadvertido, pues en cuanto una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, oyó hablar de Jesús, fue y se postró a sus pies. Esta mujer era pagana, siro-fenicia de origen, y suplicaba a Jesús que echase de su hija al demonio.  
Él le respondió: "Deja que se harten antes los hijos, que no está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perros". Ella dijo: "Cierto, Señor; pero también los perros comen debajo de la mesa las migajas de los hijos". Jesús le dijo: "Vete, pues por tus palabras ya ha salido de tu hija el demonio". Ella se fue a su casa, y encontró a la niña echada en la cama y que el demonio se había ido. Salió del territorio de Tiro, fue por Sidón y atravesó la Decápolis hacia el lago de Galilea. Le llevaron un sordo tartamudo y le rogaron que le impusiera sus manos. Jesús lo llevó aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos, con su saliva le tocó la lengua, alzó los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "¡Epheta!", que quiere decir "¡Ábrete!". Inmediatamente se le abrieron los oídos y se le soltó la atadura de la lengua, de modo que hablaba correctamente. Les encargó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo ordenaba, más lo proclamaban. Y en el colmo de la admiración decían: "Todo lo ha hecho bien, hasta a los sordos hace oír y a los mudos hablar".[...]Marcos 7, Sagrada Biblia



Nigredo 19


                                                   © Toni F.H  2012 "Nigredo 19" Acrylic on canvas 70x50 cms

[...] A su vez dice Eliphas Levi: “Un iniciado  que posea completa  lucidez  puede  dirigir y comunicar a  voluntad las  vibraciones magnéticas en  la masa de la luz astral… En el momento de la  concepción se transforma en  luz humana, que  se reviste el alma como de primer envoltorio y, combinada con los más sutiles  flúidos,  forma el cuerpo etéreo o fantasma sideral, que ya no se desprende por completo del cuerpo de  carne hasta el  momento de la muerte.” El  gran  secreto del  adepto  mágico consiste en proyectar este cuerpo etéreo a cualquier distancia y condensar en él oleadas del mismo flúido que lo constituye, a fin de hacerlo visible y  tangible. La magia teúrgica es la más acabada  expresión de la psicología oculta. Los  científicos la desdeñan como alucinación de  cerebros calenturientos o la  denigran  con el  estigma de charlatanería; pero nosotros les negamos el derecho de juzgar un asunto que jamás investigaron.  Tanto  valiera reconocerle a un indígena de  las islas  Fiji el  derecho de criticar las obras de Agassiz o Faraday. Todo lo más que pueden hacer los científicos es enmendar hoy su tarea de ayer. Tres mil años  atrás, antes de la época de Pitágoras afirmaban los filósofos que la luz era materia ponderable y al propio tiempo fuerza. La teoría corpuscular fué desechada a causa de los  errores en  que  incurriera  Newton al exponerla, pero en cambio aceptó el mundo  científico la teoría de  las ondulaciones lumínicas. Sin embargo, ahora se sorprenden los físicos al ver que Crookes pesa la luz en su radiómetro. Los pitagóricos sostenían, contrariamente a los modernos científicos, que la luz es un  agente  que no dimana  directamente del sol ni  de las estrellas. Lo mismo puede  decirse respecto de la ley de  gravedad. De acuerdo  con las  enseñanzas pitagóricas, sostenía Platón que la gravedad no era tan  sólo la atracción magnética de las masas  menores  por las mayores,  sino también  la atracción de  los cuerpos semejantes y la repulsión de los contrarios[...] H.P.Blavatsky