Nigredo 21

© Toni F.H  2014 "Nigredo 21" Acrylic on canvas 50x40 cms [Sold]
                                                    
[...] Aunque se quiera de esta manera llevar al muerto a la visión penetrante, sigue habiendo  seres que se asustan de los sonidos y de las luces a causa de sus inclinaciones latentes y de sus largos hábitos, de su envidia y de sus actos perjudiciales. Debido a que no pueden renunciar a sus inclinaciones latentes, no les ha salvado el gancho de la liberación de la compasión, y  tienen que errar hasta el quinto día del estado intermedio. En ese momento llegan las legiones celestes de Amoghasiddhi el Baghavan, lanzando los rayos luminosos de su compasión para acoger al muerto. Mas el sendero de la luz de Asura, nacida de la emoción perturbadora que es la envidia, se abre ante él. Aún está a tiempo de llevar al muerto a la visión penetrante llamándole por su nombre, y diciendo: «¡Noble hijo, escucha sin distraerte! Al quinto día aparece la luz verde de la forma sublimada del elemento aire. En ese momento, en el Reino Celeste del Norte, llamado la Acumulación de Actos Excelentes, aparece el Baghavan Amoghasiddhi de color verde con las divinidades de su entorno; sostiene el doble vajra cruciforme. Está sentado en el magnífico trono de las águilas, boca contra boca con la madre divina Samayatara. Está rodeado de dos Boddhisattvas masculinos, Vajrapani y Avarananishambhin, y de dos Boddhisattvas femeninos, Gandha y Nirtima, de forma que de la esfera de arco iris aparecen seis aspectos de Buda. El agregado de impulso es en su pureza de base una luz verde. Es el supremo conocimiento de la realización espontánea de los actos, deslumbrante, verde, luminosa, clara, violenta y  espantosa, constelada de granos de luz unos dentro de otros. Surge del corazón de Amoghasiddhi y de su paredro, y le llega al fondo del corazón. Tu ojo apenas puede soportar su luz. ¡Nada temas! Es el despliegue de las potencialidades inherentes al supremo conocimiento de tu espíritu que se conoce a sí mismo. Permanece sin actuar en la ecuanimidad en la que no hay afecto ni aversión parcial. En ese momento aparecen las radiaciones luminosas de la sabiduría fundamental con el tenue resplandor rojo del mundo de los Titanes de los Asuras, engendrado por la envidia.[...] Bardo Thodol