Citrinitas 14


                                © Toni F.H  2014"Citrinitas 14" Acrylic on Canvas 73x60 Cms. Available for Sale                                 
[...] El truco manual, o de fuerza, que es a la vez inicial y decisivo, no puede ser conseguido por el alquimista sin el socorro del cielo. Esta gigantesca fuerza se libera de las nubes, que son su condensación desfavorable, para que se realice el milagro de una sola cosa. La separación es seguida, para la parte regulina, de la purificación, que determina, en el fondo, toda la alquimia como Martin Ruland lo formuló tan perfectamente, en su Léxico de alquimia o Diccionario alquemístico: Alchimia est impuri separatio a substantia puriore. La Alquimia es la separación de lo impuro de la substancia más pura. Lo que viene a decir que la pureza no se alcanza sino poco a poco, y que la materia viviente nunca es pura sino comparativamente: puriore. La purificación consiste en aplicar, tres o cuatro veces, la misma técnica sobre el mercurio que ha sido separado. Para la cantidad total obtenida, procederemos, de nuevo, de forma racional, por fracciones que pueden ser en número de nueve, si el principiante ha respetado, al comienzo, el peso total de los materiales, que le hemos indicado. Se trata pues de someter al mercurio a la acción de la sal de los sabios, a la que hemos consagrado todo un capítulo y que corresponde al fuego secreto. La operación se desarrolla a favor de la fusión, que permanece, en verdad, en la vía seca, como la solución natural. Al purificar el mercurio de los filósofos, la sal acrecienta y exalta el poder de imantación de éste, de suerte que ella misma se carga del oro astral que el otro no cesa de absorber. La proporción favorable a respetar es, en peso, el quinceavo del disolvente filosófico sobre el que la sal debe actuar. Ésta, convertida en el vehículo vitrificado del fluido cósmico, se ha coloreado en verde, mientras aumentaba sensiblemente su densidad, Es así que recibe, indiferentemente, los nombres de vitriolo, o de león verde, y se encuentra lista, a fin de jugar su grandísimo papel, en el curso de la obra mediana o segunda. «Es el Hyperion y el Vitriolo de Basilio Valentín, el león verde de Ripley y de Jacques Tesson, en una palabra la verdadera incógnita del gran problema», nos dice Fulcanelli, de quien importa recabar la opinión, aquí y allá, en sus dos obras. Cada una de las fases de la Gran Obra física, sean principales o intermedias, posee sus límites bien marcados, y es por esto que la purificación no debe ser  proseguida, más allá del momento en que la imagen estelada aparece fuertemente impresa en la faz superior del brillante lingote, a la vez plana y circular. En estos instantes, el alquimista asegura su accesión; ha entrado en el dominio trascendente, del que nadie toma cuidado ordinariamente. No sólo sabe de ahora en adelante que el espíritu del cosmos es de color verde, sino que además ha verificado que el inasible agente se muestra no obstante ponderable y consecuentemente, de gravedad material. Constituido, como lo hemos visto, en la superficie del baño mercurial, gracias al aporte constante de espíritu universal, el vitriolo filosófico lleva también el nombre de esmeralda de los sabios. Piedra preciosa, como jamás hubo ninguna, en la que el filósofo talla y reencuentra el Grial. En el seno de este vaso sagrado, un poco más tarde, recogerá y reunirá el fluido, simultáneamente proyectado por el sol y por la luna. Es lo que expresa claramente sobre el paradigma, en forma de grabado xilográfico, del tratado de Basilio Valentín, esta copa en forma de píxide, de pie, en equilibrio, sobre el símbolo del Mercurio. Éste junta el globo crucífero de Venus, al menisco de la Luna, el cual está acostado encima, con sus dos puntas en alto.[...] E. Canseliet


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