Citrinitas 12

© Toni F.H "Citrinitas 12" Acrylic on canvas 30x30 cms [Sold]
                                                         
[...] Llamó tinturas a las potencias astrales y puntales. Porque la tintura es como un punto esencial, del cual, como del centro, salen los rayos que se multiplican en su operación. Mas como dichos rayos no podrían actuar por sí mismos a causa de su proximidad y parecido, han necesitado un cuerpo acuático diferente a sus propiedades, para que su masa, por ese fuego central y mediante la disposición de la palabra de Dios, así como las demás cosas, tomen forma. El fuego no es un cuerpo, pero lo toma de fuera de él y lo utiliza para el fin que tiene destinado: habita de mejor grado en un cuerpo perfecto que en otro que no lo sea; contiene las definiciones de todas las cosas y recibe en sí, según las virtudes de su imaginación que el verbo eterno de Dios le ha impreso, las disposiciones de las diversas simientes; es cálido, seco, puro y diáfano. Estas dos últimas cualidades son las fuentes de toda luz; su calor le hace actuar sobre el agua, por ser el principio de todo el calor de los elementos y de las cosas elementadas; su sequedad es el principio de constancia en las criaturas; su diafanidad denota su utilidad, que le hace penetrable toda clase de cuerpos; su pureza excluye todas las imperfecciones, porque el fuego las rechaza lejos de sí y aspira a la constancia de la Eternidad, como se verá con el fin del mundo y con la nueva creación. Aristóteles le llama bastante impropiamente el principio del movimiento. Por tanto, el fuego es la naturaleza que no hace nada en vano, que no podría errar, y sin quien no se hace nada. Porque este espíritu actuante, si bien es inherente en diferentes cuerpos de este mundo, es, no obstante, siempre el mismo; y aunque sirva para vivificar tinturas diversas, según están distinguidas en las criaturas por el Creador, él no hace más que disponerlas de acuerdo con su capacidad. [...] M. Sendivogius

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