Citrinitas 4



                                                                 © Toni F.H  2013 Acrylic on board 34x 26.5 Cms

[...] El autor del libro alegórico de Job simboliza la fuerza bruta bajo la figura de dos monstruos, uno terrestre y otro marino, llamados Béhemoth y Leviatán, respectivamente. Sin duda, no ha dejado de entrar en juego una intención kabalística al emplear el número dos o sea el binario, ya que la fuerza bruta siempre se hace competencia a sí misma, con lo cual obedece a las leyes fatales o providencialísticas del equilibrio y así como, en la eterna generación de las cosas, la armonía es una resultante de la analogía de los contrarios, así mediante los excesos titánicos de la fuerza, se conserva o se restáblece la armonía, por el antagonismo de los términos semejantes.
Esto es lo que parece indicarnos el autor del Libro de Job, pero veamos cómo especulan los talmudistas acerca de este punto:
"Elohim permitió que el mar tuviese un maestro visible y que la Tierra tuviese un rey." -Esto nos trae a la memoria la fábula de las ranas y la grulla.
"El mar engendró a Leviatán y la Tierra hizo que Béhemoth brotara de sus convulsas entrañas."Leviatán era la gran serpiente marina. Béhemoth era el querube de los grandes cuernos. -De allí puede venir nuestro diablo. "Pero bien pronto Leviatán llenó el mar de tal forma que las aguas clamaron a Elohim, no sabiendo dónde refugiarse. "La Tierra, por su parte, se lamentaba aplastada bajo los pies de Béhemoth y despojada por su causa de todo verdor. "Elohim se compadeció y arrebató a Leviatán del mar y a Béhemoth de la Tierra. Y los puso en sal, con el objeto de conservarlos hasta el banquete del último día. "Entonces los elegidos comerán de la carne de Leviatán y Béhemoth y la encontrarán deliciosa, puesto que el Señor mismo la ha conservado y preparado."¡Nos imaginamos a Voltaire, riendo a más no poder de esta monstruosa culinaria, de este Dios cocinero y del banquete donde se consumen tan afrentosas momias! De antemano estaríamos de acuerdo con él en que las alegorías rabínicas chocan a menudo con el buen gusto francés y con ese fino espíritu de cortesía literaria, que ellos no pueden conocer ni adivinar siquiera. Pero, ¿qué dirían los burlones, si en la misma fábula de Leviatán y Béhemoth se les hiciera comprender el enigma del mal y su solución? ¿Qué podrían responder si se les dijera por ejemplo: El diablo del cristianismo es un símbolo de los excesos ciegos de la fuerza vital, pero la naturaleza conserva y mantiene un equilibrio, de modo que aún los monstruos tienen una razón de existir y colaboran tarde o temprano a restablecer la armonía en el Universo? -No temáis pues a los fantasmas. Todo cuanto existe por encima del ser humano debe ser más bello y mejor que éste; por debajo de él sólo está la bestia, y ella, por desmesurada que nos parezca, debe desempeñar un papel auxiliar o de alimento para el hombre: ¡Niños nacidos entre almohadones, no temáis que el diablo venga a comeros! sed verdaderos hombres y seréis vosotros los que comeréis a éste, puesto que el diablo no es otra cosa que el espíritu de lo absurdo y de lo estúpido, y no puede elevarse por encima de la bestia. ¡Hé aquí el verdadero significado del banquete final y kabalístico de Béhemoth y Leviatán! [...] G.A.V.  Encausse "Papus"

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